
Todo el tiempo estamos viviendo instantes que parecen comunes, pero si los miramos con atención, pueden convertirse en oportunidades significativas en todas las dimensiones de la vida, ya sean en el desarrollo personal, lo académico, lo laboral, lo emocional u otras, cada momento tiene el potencial de transformarse (y transformarnos) si lo vivimos con presencia, intención y apertura. Algo aparentemente simple como nuestra actitud al encontrarnos con alguien o la manera en que hablamos puede marcar una diferencia en el momento vivido.
Una oportunidad se deriva de la posibilidad de actuar con intención en el momento adecuado, ya que aún teniendo todo a favor, si no nos sentimos capaces o presentes podemos no apreciar la oportunidad que se presenta, en este sentido, a lo largo de la vida nos enfrentamos a situaciones que nos invitan a crecer, algunas veces son decisiones que debemos tomar, otras veces crisis inesperadas o también éxitos que nos impulsan a seguir:
- Momentos de decisión: elegir entre caminos requiere claridad, pero también calma y escucha interna, la “brújula interna” nos dará un norte claro, aun así, podemos valernos de recursos como hablar de estas decisiones con personas que consideremos que pueden aportar en el esclarecimiento de las opciones.
- Momentos de crisis: no son fáciles y, en todo caso, son parte de la vida, son momentos en que se pierde el equilibrio y el camino se hace borroso, aún en estos momentos, con mayor cautela y lentitud, también hay lugar para redefinir qué hacer y cómo queremos continuar.
- Momentos de éxito: reconocer lo que logramos nos fortalece y nos recuerda que somos capaces. Los momentos de logro resultan ser buenos para agradecer y compartir así como para evaluar lo que nos ha llevado hasta allí, tomar impulso y tener claridad sobre dónde queremos estar o hacia dónde queremos avanzar.
Ver momentos cotidianos como oportunidades requiere de reflexión personal, con ella nos damos espacios para pensar cómo estamos, qué sentimos y hacia dónde queremos ir, asimismo, las metas claras nos permiten tener propósitos que nos ayuden a enfocar la energía, ya que saber qué queremos nos orienta y motiva, finalmente, la planificación y la acción nos permiten convertir las ideas en realidades. Pequeños pasos sostenidos generan grandes cambios.
De igual manera, las personas a nuestro alrededor son red de apoyo que hace la diferencia, ya que el apoyo emocional, la mentoría o el compartir experiencias fortalecen nuestra capacidad de sostener los cambios y seguir adelante, en este sentido, necesitamos rodearnos de personas con las que podamos construir vínculos valiosos y reales con las que vivamos experiencias de escuchar, acompañar, dejarnos acompañar, autoevaluarnos, conversar, escribir, entre muchas otras que suman a enriquecer la manera como nos relacionamos con las experiencias que vivimos en la vida.
De otro lado, dos grandes obstáculos para observar los momentos como oportunidad son el miedo al fracaso y la procrastinación. El miedo nos puede paralizar y la procrastinación nos aleja de los objetivos que tenemos, por esto, es importante hacer lo que está en nuestras manos y reconocer que podremos equivocarnos, aun así, los errores son parte del camino, atenderlos, resolver lo que de ellos se derive y actuar de la mejor manera a pesar de la incomodidad permitirá que los obstáculos nos aporten al mostrarnos más aspectos de la realidad en la que estamos y al ser potenciales puntos de mejora.
Transformar los momentos en oportunidades no requiere que todo esté perfecto, lo que sí requiere es presencia, sentido y acción, requiere vivir con curiosidad y apertura y, aunque no siempre tendremos certezas, si vivimos de manera presente y comprometida, estaremos dando curso a las oportunidades.